¿Cuándo se convirtió el PLD en un partido que hace fraudes en los procesos electorales? ¿En las elecciones del 2016? ¿En las del 2012? ¿En las del 2008 o en las del 2004?
¿Se benefició el doctor Leonel Fernández, quien fue Presidente de la República en dos de los últimos cuatro períodos, de esa capacidad de hacer fraudes y es ahora que está fuera de ese partido cuando lo denuncia y lo hace público? ¿O fue justo a su salida del partido fundado por Juan Bosch, del que fue presidente “hasta los otros días”, que se convirtió en una organización de políticos tramposos y marrulleros? Supongo que esa es la idea que quiso dejar en el aire el expresidente Fernández cuando, para justificar la creación del Comité por la Defensa del Voto integrado por expolicías y exmilitares, acusó al partido de Gobierno de hacer fraudes y, más que nada, de estar preparando otro para las elecciones del año próximo; pero como su discurso choca con la realidad de todos conocida, lo que hace es provocar confusión y desconcierto. Y también mucha inquietud y preocupación al defender y justificar la necesidad de crear un cuerpo paramilitar de vigilantes electorales, proyectando un escenario que puede degenerar en una confrontación que provoque daños irreparables a la democracia dominicana. Cuesta creer que ese sea el interés o el propósito del político dominicano más exitoso de las últimas tres décadas, pero sus acciones y declaraciones, junto a las malas compañías y sus negativas influencias, lo están empujando por un derrotero incierto, sin que pueda decirse a su favor que ignora las posibles consecuencias del peligroso juego que se trae entre manos. Como si de repente hubiera olvidado, o ya no le importara, la gran verdad que encierra la conocida expresión bíblica de que lo importante no es como se comienza sino como se termina.