Ahora sólo hay condenas y lamentaciones, incluso quizás de quienes sabiendo deprimido al feminicida-suicida no se acercaron a él para persuadirlo de que con un amor que termina no puede acabarse el mundo ni la posibilidad de reconstruir la propia felicidad.
Pobre muchacha, pobre él y pobres ambas familias, a las que desde ayer, aparte de perder a sus respectivos seres queridos les costará un mundo superar el trauma ocasionado por una tragedia familiar que en un mundo y país cada vez más convulsos lamentablemente amenaza a jóvenes y adultos mayores carentes de capacidades para administrar su inteligencia emocional y bien manejar los conflictos.
En nuestro país, por ejemplo, nos estamos perdiendo la dichosa oportunidad de enseñar esas capacidades, la de llevar educación humanística y comenzar de una vez por todas a formar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes como verdaderos ciudadanos, aprovechando la tanda extendida para promover en ellos valores tales como la integridad y el respeto por la vida.
Hay que comenzar a transformar para bien nuestro sistema educativo. Hay que erradicar las ambiciones económicas de grupos que sólo supieron presionar a los gobiernos para que dedicarán el 4 por ciento del producto interno bruto para la educación.
¿Cuál educación, si con todo y los cuantiosos recursos presupuestarios con que se cuenta, ésta va en picada, cada día peor, perdiendo cada vez más de la escasa calidad que aún pueda tener?
Lo cierto es que tan pronto vieron aprobado el dineral conque cuenta Educación, los grupos de presión soltaron en banda a los gobiernos y concentraron su atención en buscar formas, incluso monopólicas, de suplir de uniformes, libros, calzados, equipos tecnológicos y otros bienes al Estado a través del Ministerio competente y su órgano el Instituto de Bienestar Estudiantil (INABIES).
Lo cierto es que con su actitud, los grupos empresariales que patrocinaron la lucha simbolizada por las emblemáticas "sombrillas amarillas" y los autobuses Metro en la rara misión de transportar a "Wawawás" sudorosos, demostraron que lo hicieron porque habían descubierto que a mayor presupuesto educativo, para ellos equivaldría a muchas más posibilidades de hacer negocios con el Estado; y a ganar dinero.
Es la razón que puede explicar lógicamente el ausentismo desde que coronaron su objetivo económico y abandonaron el debate y la presión "por una educación de calidad", instituciones tales como EDUCA, que representa al sector empresarial y/o la cosa que muchos insisten en llamar "Sociedad Civil", que son los verdaderos beneficiarios de la danza de los millones en "Educación".
Empero, la manera ideal y real de reducir al mínimo problemas de salud pública como el feminicidio y otras formas de violencia contra la mujer de y de la violencia común en la República Dominicana es la conversión del Sistema Educativo Nacional en la herramienta humanística capaz de formar a las personas como ciudadanos auténticos, con crecimiento humano sostenible, que se manifieste en el perenne respeto por los derechos de los demás, incluida la vida y la propiedad individual y del propio Estado.
Con un sistema diseñado para la educación humanística y ciudadana, se reducirían al mínimo víctimas de la barbarie como la joven Chantal Jiménez Vargas y criminales en potencia como su verdugo, Jensey Graciano.